Por Javier Aparicio
Estamos a cien días de la próxima jornada electoral en la cual se renovará toda la Cámara de Diputados, quince gubernaturas, treinta congresos locales y más de mil novecientas presidencias municipales. Por lo general, en las elecciones intermedias de regímenes presidenciales, el partido en el gobierno suele perder votos y fuerza en el Congreso.
En México esto ocurrió en 1997, cuando el PRI perdió por primera vez la mayoría en la Cámara, y en 2003 y 2009, cuando los presidentes Fox y Calderón perdieron varias curules. La historia fue algo distinta en 2015 puesto que, si bien la votación del PRI disminuyó, su coalición logró mantener la mayoría en la Cámara.
¿Qué nos dicen las encuestas a estas alturas de la contienda del 2021? Según la más reciente encuesta nacional de Buendía y Márquez, levantada entre el 16 y 21 de febrero a una muestra de 1,530 personas, Morena tiene una intención de voto bruta de 34% (44% efectiva), mientras que el PAN y el PRI sólo tendrían 12 y 10% de preferencias brutas, respectivamente (15.6 y 13% efectivas). PRD, PT y Movimiento Ciudadano tendrían, cada uno, apenas un 4% de las intenciones de voto a la fecha (5.2% efectiva). Según la misma encuesta, 23% de las personas no respondieron o no han decidido su voto.
Como sabemos, tanto Morena como la oposición han formado coaliciones parciales para las elecciones federales: el partido en el gobierno se ha aliado con el PT y el PVEM, mientras que PRI, PAN y PRD han formado una inusual alianza.
En 123 de los 300 distritos del país, ambas coaliciones se enfrentarán y la encuesta de Buendía y Márquez estima que la coalición oficialista tiene 43% de las intenciones de voto, frente a 29% de la coalición opositora. En preferencias efectivas, los porcentajes serían de 55 vs. 37%, una diferencia de dos dígitos.
Al preguntarles cuál sería el tema más importante para decidir su voto, 37% de los encuestados respondieron “mejorar la economía del país”, mientras que 28% eligieron “el manejo de la pandemia” y 16% “combatir la corrupción”. En cuanto a las razones detrás de sus intenciones de voto, 44% respondieron que usarán su voto “para apoyar al presidente”, mientras que 45% respondieron que su voto “no tendrá nada que ver con el trabajo del presidente”, y solo un 7% afirmó que usará su voto para “rechazar el trabajo del Presidente”.
Por otro lado, un 59% de los encuestados prefiere que el Presidente mantenga su mayoría en la Cámara, mientras que 32% prefieren lo contrario. Curiosamente, ni Morena ni ningún partido de oposición cuenta con esas intenciones de voto. Quizás uno de los temas a enfatizar durante las campañas, ya sea por un bando u otro, sea cómo los votos se traducen en curules.
Estimar la integración del Congreso a partir de encuestas nacionales no es una tarea sencilla e implica márgenes de error mayores que los de estimar el ganador para un solo cargo. Esto se debe, por un lado, al sistema electoral mixto y, por otro, al sesgo de sobrerrepresentación propio de los distritos uninominales o de mayoría relativa.
Buendía y Márquez han realizado una proyección con la información disponible a la fecha. Si las elecciones ocurrieran mañana y reflejaran las intenciones de voto del agregado de encuestas disponibles, Morena obtendría un 52% de la Cámara (con un intervalo estimado entre 47 y 56%) y, al sumar los triunfos del PT y PVEM, podría conseguir una mayoría calificada. PRI y PAN obtendrían 14 y 10% de la Cámara, respectivamente. Esta proyección quiere decir que, con las encuestas disponibles a la fecha, Morena podría tener un mejor resultado electoral en 2021 que en 2018.
Faltan cien días para la jornada electoral y muchas cosas pueden cambiar todavía. Muchas candidaturas federales o locales aún no se definen, y las preferencias electorales podrían cambiar a lo largo de las campañas. El partido en el gobierno ha hecho lo suyo: posicionarse con fuerza a pesar la recesión y la pandemia.
La oposición ha intentado hacer algo —la coalición entre PRI, PAN y PRD, por ejemplo—, pero no es claro si tal estrategia funcione o si puedan hacer algo para cambiar las tendencias electorales en cien días. Otra cuestión es si pudiendo hacer algo —presentar opciones atractivas para el electorado frente a un gobierno que no ha entregado buenos resultados, por ejemplo—, en realidad lo harán o si se conformarán con sobrevivir con los pocos bastiones que aún les quedan.
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