Por Solange Márquez
-¿Cuba es una dictadura? -pregunta el periodista.
-Eso hay que preguntárselo a los cubanos. Yo no quisiera que ningún país u otra persona se entrometa en la vida de los peruanos.
Así respondía Pedro Castillo, presidente de Perú, autoproclamado marxista en una entrevista realizada por CNN.
Tiene razón Pedro Castillo, habría que preguntarle a 790 cubanos, 55 de ellos menores de edad, que se encuentran en prisión acusados de atentar contra el orden constitucional y la estabilidad de Estado socialista, luego de haber participado en las manifestaciones del 11 de julio del año pasado.
Manifestaciones contra el régimen socialista de una magnitud no vista y que llevaron a la detención de esas casi 800 personas. Con la imposición de sentencias draconianas que van de los 7 a los 30 años en juicios sumarios poco transparentes sin ningún tipo de garantías procesales para los acusados ni respeto al debido proceso.
Los delitos por los que se ha acusado a los detenidos luego del 11 de julio van desde incitación a delinquir, daños, robo con fuerza y violencia hasta atentado, sabotaje y sedición. Siendo este último delito uno de los más controversiales pues es el que conlleva las sanciones más graves.
Sin embargo, apenas se han dictado un centenar de sentencias. El resto sigue en prisión en espera de que su caso se resuelva. Mientras tanto, organizaciones defensoras de derechos humanos han acusado que muchos de ellos han sufrido tortura estando en prisión.
Los manifestantes detenidos han denunciado malos tratos, desde privación del sueño y reclusión en total oscuridad hasta agresiones físicas y sexuales. Diversas organizaciones han pedido información a las autoridades cubanas sobre los casos, particularmente los referentes a los menores de edad, pero el gobierno cubano no la ha proporcionado hasta el momento.
En Cuba, criticar al gobierno es motivo suficiente para ser acusado de desacato y ser enviado a prisión. Lo ocurrido ahora es similar, pero a una escala mucho mayor y con sentencias aún más duras, con el fin de mandar un claro mensaje disuasivo para quienes estén pensando participar de nuevo en manifestaciones como las del año pasado. Poner el ejemplo. Si te manifiestas, si protestas, si exiges, hay consecuencias.
Pero ese ejemplo en realidad debería servir hacia afuera. Para que todos aquellos que creen que Cuba es el paraíso donde reina la equidad y el comunismo se den cuenta de que Cuba ni es un paraíso, ni hay equidad, ni hay comunismo. Lo único que si hay es una dictadura que se ha perpetuado por demasiados lustros ya, defendida y financiada por aquellos a los que conviene seguir vendiendo el cuento caribeño del amor y la fraternidad. Cuba es para la mayoría de los cubanos un infierno.
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