Por Octavio Camelo Romero
Como se dijo anteriormente, con el cierre del envío del gas texano se evidenció la dependencia de nuestra economía de los “tanates” de los norteamericanos, así como que los prianistas por ganarse unos pesos, comprometieron la Soberanía de México y sumieron en la dependencia de EEUU y Canadá a toda la vida social y económica del país.
En cuanto a la Soberanía Política, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República se está rescatando, aunque no, sin sus problemas, pues pretende la derecha prianista darle un Golpe de Estado Suave.
Por lo tanto, quedó perfectamente claro que la defensa de la Soberanía del País es una prioridad nacional, es un asunto de Seguridad Nacional. Y la Soberanía se conquista con la Autosuficiencia: la Autosuficiencia Alimentaria, la Autosuficiencia Energética, la Autosuficiencia Financiera, la Autosuficiencia Productiva, etc.
Y como lo dijimos, reconquistar la Soberanía del País demanda de acciones del Estado que, involucran no sólo a los tres Poderes de la Unión, sino a la fraternidad de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero además plantea la necesidad de mucho más tiempo que un sexenio. Si los neoliberales estuvieron apoderados del Estado por más de 30 años y no lograron acabar al Estado de la Revolución Mexicana, por mínimo se ocuparán otros 30 años para restaurar la Soberanía Plena de México.
Esto plantea requerimientos políticos de corto, mediano y largo plazo. De corto plazo se requiere que, en las próximas elecciones del 6 de junio del 2021, las tres cuartas partes de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión sean acordes a la exigencia de reconquistar la Soberanía de México y de conseguir a la mayoría de las Autosuficiencias, lo cual requiere reelaborar la legislación vigente. Pero, por otro lado, se necesita que por lo menos el próximo Presidente de México tengan la misma emoción que el actual y el compromiso moral de reconquistar la Soberanía del País.
La derecha prianista-golpista ya se puso en contacto con las derechas norteamericana y canadiense para armar un plan antipatriótico de sometimiento del Estado Mexicano a los intereses extranjeros. Los más de 30 años de corrupción neoliberal desde las altas esferas gubernamentales hasta las más modestas, permitieron la trama de un tejido de complicidades y de negocios a la sombra del Gobierno y de los Poderes de la Unión. Estas confabulaciones se sienten amenazadas por el Gobierno del Presidente López Obrador y han permitido que se involucren el Presidente de EEUU y el Primer Ministro de Canadá. Y esto ha hecho que Biden quiera meter las manos en las políticas del Estado Mexicano. Pero, además, lo ha hecho bajo amenazas en tres tiempos. Dada la aprobación de la iniciativa de Ley de CFE en la Cámara de Diputados y su probable aprobación en la Cámara de Senadores, del Congreso de la Unión, en un primer momento se ampararán los implicados para detener su efectividad. Si el fallo de la Corte es negativo, se van en un segundo momento a las Instancias del T-MEC. Si allí también no logaran detener la acción de la Ley-CFE, entonces vienen las sanciones de EEUU y Canadá a México. Esto refuerza la necesidad de ganar la tercera parte de la Cámara de Diputados. En fin.
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