Cifras

Por Macario Schettino

Ya se confirmó que la economía mexicana creció 5 por ciento durante 2021, después de caer -8.4 por ciento en 2020. Ambas cifras con datos desestacionalizados, para no tener problemas de comparación. Para este año, según los expertos encuestados por el Banco de México, la expectativa es de apenas 2.2 por ciento. Todavía les cuesta mucho a los colegas aceptar tasas de crecimiento inferiores, especialmente en el largo plazo. Para los siguientes 10 años, la expectativa es que el promedio sea de 2 por ciento.
Cuesta trabajo corregir ideas. Si durante casi 40 años (1980-2018) el crecimiento promedio anual fue de 2.4 por ciento, pues así debería seguir, se imaginan muchos. Pero el cambio de dirección que implicó la cancelación del NAIM fue de gran profundidad. En los hechos, cerró la etapa de apertura y globalización, pero pasaron meses sin que muchos especialistas quisieran aceptar que ése había sido el momento de transformación. Aunque ahora mismo no hay muchas señales de que podamos crecer algo durante el año, aceptarlo no es sencillo.
Algo similar nos ocurre con el tema demográfico. Veo a muchos comparando el PIB per cápita, cuando no tenemos una idea clara de lo que ocurre con la población. Mientras en 2010 el crecimiento natural (nacimientos menos defunciones) era de 1.8 por ciento, para 2019, antes de la pandemia, ya estaba en 1.1 por ciento. El crecimiento promedio de la década fue de 1.4 por ciento anual, pero al comparar los censos, apenas llega a 1.2 por ciento. La diferencia debe ser migración, y no veo razón alguna para que se haya reducido en estos últimos dos años.
Por el contrario, lo que se redujo fue el crecimiento natural. En 2020 tuvimos entre 350 y 400 mil nacimientos menos a los esperados, pero 350 mil fallecimientos en exceso. Es decir, 700 mil mexicanos menos, la mitad porque no nació, la mitad porque murió antes de tiempo. Para 2021 no tenemos aún cifras de nacimientos, pero sí de fallecimientos, y se repite la cifra. Esto significa que en lugar de incrementos anuales de 1.3 millones de personas, el dato de 2020 no llega a 600 mil, y el de 2021 es posible que no alcance 800 mil personas. Ya los demógrafos estudiarán bien los datos y nos podrán dar estimaciones de población para los próximos años, pero no se espante si la tasa de crecimiento poblacional aparece en apenas medio punto porcentual.
Esta menor población, por otra parte, trae un déficit educativo considerable. Se perdió la segunda mitad del ciclo 2019-2020, todo el siguiente, y al menos la primera mitad del actual. Dos, o tal vez tres años perdidos, que los expertos consideran tiene un costo superior, porque la pérdida de la dinámica escolar borra parte de lo previamente aprendido. También hay que aguardar a que ellos nos indiquen lo que podemos esperar.
Sin embargo, aunque sea de manera gruesa, menos población, con menos capital humano, con menos capital físico (porque ya en otra ocasión hablamos de la pérdida de activos de los últimos años) lleva obligadamente a una menor capacidad productiva.
El crecimiento promedio anual durante la primera mitad del sexenio fue de -1.3 por ciento. Yo sé que no es fácil aceptarlo, pero esa cifra puede ser la nueva normalidad. Si se ahuyenta la inversión, al grado de perder capital instalado; si se distrae la energía social en temas absurdos; si se reduce la población, su salud y educación, no se ve razón alguna por la que cada año se produciría un poco más.
Prácticamente toda la actividad económica viene del exterior. Inundación de remesas, superávit comercial casi constante, son señales de una economía interna muy débil, no motivo de celebración.
Los defensores dicen que no ocurrió la tragedia que se vaticinaba. Les falta información.

Publicación original:

https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/macario-schettino/2022/02/02/cifras/

 

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